Los taxis autónomos de Waymo, la filial de Google dedicada al desarrollo de coches autónomos, ya una realidad. #URBANTECH

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La división de coches autónomos de Google nacida en 2009, en origen era un carísimo proyecto de investigación científica que pretendía avanzar hacia un futuro en el que pudiésemos ir abordo de un vehículo sin conductor de forma segura.

Su razón de ser era lograr diseñar el hardware y el software necesario para conseguir un vehículo autónomo de nivel 5 según los estándares de la SAE, pues en sus múltiples pruebas, descubrieron que a medida que el vehículo se hacía más autónomo, menor atención prestaban los conductores a la carretera, por lo que según su punto de vista, si se pretendía mejorar la seguridad de las personas, no tenía sentido lanzar soluciones de movilidad con menor nivel de autonomía.

Para lograrlo no repararon en gastos a la hora de adquirir el talento que les pudiera ayudar a conseguirlo, captando a varios de los ingenieros participantes en el “DARPA Challenge” de 2004. De este modo, comenzó la andadura de este proyecto que con el paso de los años conseguiría sorprendernos con sus avances y contribuiría a revolucionar la industria.

Esta división acabó adquiriendo entidad propia en la reestructuración que emprendió la compañía a finales de 2016, naciendo lo que hoy conocemos como Waymo, la cual sería comandada durante los siguientes 5 años por John Krafcik, un ejecutivo que provenía del sector de automoción tradicional, y que se encargaría de impulsar aún más el objetivo de la conducción autónoma, pero asegurándose de aportar a la vez una visión comercial a la compañía a fin de que fuese sostenible en el largo plazo.

Krafcik explicó su visión cuando comentó: “Creo que hemos dejado muy claro que no somos una empresa de automóviles. No estamos en el negocio de hacer mejores coches. Estamos en el negocio de hacer mejores conductores. Somos una compañía de tecnología de autoconducción”.

Gracias a esta visión, Waymo se convirtió en la primera entidad capaz de poner vehículos autónomos de nivel 5 en circulación por las calles de los Estados Unidos y también la primera en iniciar su explotación comercial proporcionando servicios de transporte de personas mediante robotaxis autónomos.

Este piloto arrancó en 2018 en las calles de Phoenix (Arizona) con una versión beta en la que siempre había un conductor al volante para garantizar la seguridad y en el cual participaron un pequeño número de usuarios con el fin de estudiar su aceptación. En 2020 empezaron a eliminar la figura del conductor, una vez comprobada la fiabilidad del sistema.

Y es que según los estándares fijados por el estado de California, Waymo obtiene sistemáticamente las mejores puntuaciones en cuanto al número de desconexiones del sistema, es decir, el número de kilómetros que tienen que transcurrir hasta que un humano tiene que hacerse cargo del volante. En este 2020, la tasa fue de 0,03 desconexiones por cada 1000 millas, o lo que es lo mismo, 21 desconexiones informadas para un total de 628.838 millas.

Por otra parte, con la llegada del Covid-19 Krafcik manifestaba que: “”La realidad ahora mismo es que la entrega de bienes es un mercado más grande que el de desplazar personas”””, Y en efecto a día de hoy así es.

Al circular la mayor parte del tiempo por autopistas o al aceptar una menor velocidad y permitir un mayor número de interrupciones en zonas urbanas de lo que lo hacen las personas; el sector del transporte y el reparto estaba en disposición de rentabilizar mucho más rápido estas tecnologías, de ahí que la inversión se haya multiplicado en los últimos tiempos y ya existan muchos proyectos piloto que tratan de hacer realidad estas propuestas.

Entre otros campos, Waymo está experimentando con el transporte pesado y con modelos de logística de última milla, en Arizona, California y Georgia.

A diferencia de Tesla, Waymo no cotiza en bolsa y no conocemos su valor de mercado real, con lo que solo se pueden hacer estimaciones. De aquel innovador proyecto científico, hoy estamos ante una empresa cuyo valor se estima en más de 30.000 millones de dólares con un potencial inmenso de crecimiento: logística, robotaxis, licencias de su tecnología, experiencias de consumo y como no si hablamos de Google, publicidad.

Por: Aitor Fernandez

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