La pandemia ha forzado a todos los actores del ecosistema de la movilidad a replantearse muchas cosas: cómo llega el cliente al vehículo, cómo lo abre, cómo lo usa y cómo podemos hacer que todo el proceso sea seguro.
En el fondo, la crisis ha acelerado buena parte de lo que ya se intuía que iba a pasar a medio plazo: cambios en los hábitos de consumo, que se ha vuelto aun más digital, una mayor preocupación por la sostenibilidad y más medidas de seguridad.
El carsharing tiene mucho que decir en ese nuevo escenario. Un modelo de coche compartido roundtrip, como el de Ubeeqo -el coche se recoge y se devuelve en el mismo sitio- supone una fórmula asequible para tener un coche cuando se quiera y por el tiempo que se necesita. Es como tener un coche propio pero sin lo malo de tenerlo (seguros, averías, contaminación en las ciudades, etc.). Es además una fórmula segura, porque tener los coches siempre controlados facilita las labores de desinfección.
Es también un modelo de negocio completamente digital, algo imprescindible hoy en día: el coche se abre y se cierra con el móvil, con una llave digital. Adiós a los desplazamientos innecesarios, a pasar por oficinas y a entrar en contacto con otras personas.
Y, por último, es verde. Un coche compartido elimina de las ciudades hasta 10 coches privados, que son más viejos, contaminan más y están mucho tiempo parados (el parque automovilístico en España supera los 12 años y se calcula que está parado más del 90% del tiempo).
En medio del debate actual sobre cómo repensamos las ciudades tras la crisis, lo que está claro es que necesitamos menos coches en propiedad. El carsharing ha llegado para quedare y será una parte imprescindible del futuro de una ciudad más tecnológica, segura y verde.
Clara Colino, la Head of Urban de Ubeeqo España.